El sumo pontífice Walter II acompañado por la hermana Laura de las Hermanas de la Visitación, realizó la tradicional reunión de compañeros “in cena domini” y procedió al lavado de pies del discípulo Branca
El siempre conmovedor rito del lavado de pies, no debe confundirse con el lavado de manos o lavado de cara, ya que esto es una cosa muy distinta que nos demuestra que siempre hay que poner la otra pata.
“El intendente no es el más importante, sino que incluso debe ser el más servicial. Si Jesús lavo los pies de los discípulos, como no voy a lavarle los pies a Javier, que es desde siempre un compañero. La U me enseñó a perdonar” dijo Walter a los presentes que escuchaban atentamente sus parábolas.